EL AGUIJÓN
SR.
GOBERNADOR VIELMA MORA
POR: ARTURO
MOLINA
Sr Gobernador del Táchira, este artículo lo nombra a usted
por la responsabilidad asumida para con la sociedad tachirense en aras de
llevar la gerencia del estado por senderos de paz, desarrollo, seguridad, en pro
de mejorar la calidad de vida de los habitantes de este espacio fronterizo;
lamentablemente no es eso lo que vive la gente de este terruño, quienes se ven
agobiados, acorralados, perseguidos, producto de la ausencia de políticas
públicas coherentes en temas de seguridad, desempleo, contrabando, escasez,
alto costo de la vida, entre otros.
La devaluación del bolívar se siente con fuerza en los
espacios de frontera con la República de Colombia y con mayor énfasis en la
frontera tachirense, producto de la actividad comercial adelantada desde hace
varias décadas. En años anteriores, cuándo el valor del bolívar con respecto al
peso era superior, los tachirenses y otros venezolanos venidos desde diversos
estados, se paseaban a lugares como Cúcuta a realizar compras, o a viajar a
otros destinos de este país hermano, simplemente porque le rendía el bolívar.
Los colombianos se percataron del ingreso de la divisa
venezolana y lo rentable para ellos en captarla; se prepararon entonces para
atraer más y más gente de esta patria y lo lograron. Luego de realizar las
compras o las actividades a las que se asistió a este espacio colombiano, era traumático
el regreso a territorio venezolano, y no precisamente por las alcabalas del
lado colombiano, sino del lado venezolano; los padres colocaban a sus hijos dos
o tres mudas de ropa (por sólo nombrar una) y poder ingresarla a Venezuela, esa
ropa no era otra cosa que los estrenos del mes de diciembre, y a su vez estos
eran los uniformes del año escolar.
Igual situación sucedía con los alimentos, cientos, miles de
venezolanos se apostaban en La Parada y adquirían los productos de la semana o
quincena a precios muy rentables para el bolsillo de los habitantes de este
lado. Una cantidad importantísima de gente de ese país vino a este territorio a
colocarse como empleado, (mano de obra barata), buscando ingresos económicos
que le permitiese mejora sus condiciones de vida; cientos de ellos se establecieron
en este lado, formaron sus hogares y ayudaron al crecimiento y desarrollo de
esos espacios locales y del Táchira; fueron más los que vinieron a ayudar al
progreso, que los pocos venidos a perjudicar; sin entrar a analizar el origen
poblacional de áreas tan cercanas en la frontera colombo venezolana.
La situación ahora es a la inversa, el valor del peso con
respecto al bolívar les permite a los colombianos poder comprar o viajar por
territorio tachirense y el resto de Venezuela HOLGADAMENTE; pueden hacerlo
incluso con la totalidad de sus grupos familiares, cosa que debería ser
aprovechada para captar esas divisas y hacer de las mismas logros en mejoras de
infraestructura, servicios, empleos, seguridad…pero lamentablemente se torna
crítica y perversa.
Los colombianos entendieron que para captar las divisas
venezolanas debía producir, y así evitar el desabastecimiento para su
población; de este lado no se produce nada y en consecuencia la escasez
existente nacionalmente, se siente y vive con fuerza en este espacio de
frontera, pero no se asume la realidad y se prefiere jugar al gato y al ratón.
Para hablar de contrabando en espacio fronterizo del Táchira y el Norte y Sur
de Santander de Colombia, debe revisarse la historia, la normativa jurídica
establecida, y no hacer análisis banales
y en extremo contradictorios.
Los ciudadanos venezolanos que viven en las zonas de estos
espacios fronterizos tienen derecho a hacer sus compras de alimentos donde mejor
les parezca; pero como en Venezuela hay escasez, entonces se debe peregrinar
para ver dónde se consigue el producto, y al conseguirlo después del peregrinaje,
la cola y pagarlo a sobre precio, llevarlo a su casa; pero, si vive en Ureña,
San Antonio, Capacho Libertad o Independencia, El Valle, Zorca…al llevar los
alimentos en su vehículo y pasar las alcabalas, se convierten en
contrabandistas; entra en funcionamiento el chantaje, el abuso, el amedrentamiento,
para finalizar en la llamada matraca.
Sr Gobernador Vielma
Mora, el contrabando de alimentos y de todo lo que pasa ilegalmente hacia Colombia,
no va en los carros de los pendejos; va en los vehículos de las mafias
establecidas y en perfecta coordinación con los responsables de velar porque
esto no suceda. Quitarle la comida al ciudadano de a pie, para decir en los
medios de comunicación el combate asumido en este tema, es pecar de inocente o
hacerse el de la vista gorda. Hoy lo atractivo no es el bolívar, son los pesos,
y si la política económica adelantada por su gobernante nacional no cambia,
entonces no va a cambiar lo que sucede actualmente en la frontera; pero esa
situación no debe pagarla el pueblo con el irrespeto establecido. Ustedes
fueron electos para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, no para
perjudicarlos, acorralarlos y despreciarlos.
Acusar a los colombianos de ser generadores del
desabastecimiento, es simplemente una bofetada a la inteligencia humana, y una
espina sembrada para generar odio entre venezolanos y colombianos; eso no va a
suceder, porque la historia de los pueblos y sus orígenes, no les destruye una
persona por prepotente y arrogante; el Táchira lo eligió a usted para gobernar,
para hacer el bien; dedíquese a ello o deje el espacio para que otro con deseos
y proyecto en mano lo realice; no más abusos a los tachirenses.
@JARTUROMS1 jarturomolina@gmail.com
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